Las celosías son el reflejo del cuidado.
- Antonio Miradas del Alma
- 24 ene 2022
- 1 Min. de lectura
Como educadores tenemos el encargo de transformar la residencia en un hogar, pero no es fácil, aquí hay muchos niños, más de los que podría haber en cualquier hogar familiar.
Nuestra función es el cuidado de todos estos niños, no vivimos con ellos, solo estamos de paso. Ellos preguntan dónde trabajamos, a veces el acompañamiento tiene estas cosas.
El apego que tiene un niño con un educador va muy vinculado con el cuidado, y esté está construido desde un tronco, el equipo y sus miembros, los educadores.
Pero nuestros niños no quieren saber de troncos, ni de equipos, solo quieren saber de miembros y educadores y surgen entonces las celosías.
Las celosías son el reflejo del cuidado y sus comparativas la connotación de saberse queridos, aceptados o apreciados. Es un sentimiento natural de pertinencia que todo niño anhela.
Pero las realidades son persistentes y presentes, no dejan espacios a sueños e ilusiones. Ellos saben que aun que resistan, su lucha está perdida.
Nosotros como educadores no podemos ofrecerles aquello que reclaman, solo acompañamos. Nuestro trabajo es coordinarnos como lo haría un tronco con sus miembros.
Después de las celosías vienen los apaciguamientos, el reconocimiento de la derrota, un proceso de luto que otorga a los niños autonomía e independencia.
Pronto ingresará otro niño con el corazón apenado y el alma herida. Lo recibirá un miembro que buscará su vínculo para poder cuidarlo y hacer de la residencia un hogar.
Esté niño irá forjando anhelos y esperanzas por pertenecer a un miembro, mostrando resistencias al tronco.
Antonio Argüelles, Barcelona.
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