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  • Antonio Miradas del Alma

“... y vivieron felices hasta el fin de sus días.”

Los niños y las niñas de la residencia nos reclaman historias con finales felices que les hagan vibrar las cuerdas de sus corazones. Hablamos de cuentos que recrean mundos mágicos donde cobijarse ante la soledad, lugares donde anhelan abrazar la felicidad. Muchos de estos niños y niñas viven unas realidades atroces que les acechan, como fieras hambrientas, sus anhelos de felicidad, dejándoles sin infancia.


Recuerdo de mi madre que una noche se enfadó mucho conmigo, me temblaba todo el cuerpo, estaba muerto de miedo, ahora percibo solo imágenes borrosas, pero lo que sentí aún sigue vivo. Tengo este recuerdo grabado en mi memoria y por más que lo intento no puedo borrarlo, esté aparece sin permiso, quiere hacerme daño y tengo miedo de que esté cerca de mí para siempre.


Una noche, a la hora de acostarme, un educador me preguntó si quería que le explicara un cuento, yo le dije que sí, y me explicó una historia de fantasía creada con su imaginación.


“…en el bosque, a pocos metros de mí, se acercó un alce con grandes alas que me preguntó si yo era el elegido. Mi sorpresa fue mayúscula, le dije que venía por orden de la reina Esperanza, me pidió que subiera a su lomo y volé agarrado a él, vi pasar bosques, llanuras y cimas, en una de ellas pude ver el palacio real y su cúpula no tenía fin, … “


Esa noche, mientras mi educador hacía volar su imaginación relatando mundos imaginarios, yo cerré mis ojos y soñé como volaba con mi alce y salvaba a mi reina de su dragón y fui feliz.


Antonio Argüelles, Barcelona.


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