El dilema ético en el entorno de la educación social es una herramienta útil para saber otros puntos de vista, una aproximación para reconocer cómo se siente el otro.
"De buena mañana chispeaba, los cristales están mojados, el cielo de mil demonios, toca levantarse y siento la misma palabreja de cada día en el hogar.
Recoge la ropa, haz la cama, prepara el desayuno, vete a la escuela, toda una muestra de munificencia hacia la autonomía de los niños, todo un conjunto de desaires mal sufridos.
Ayer fue un día lleno de improperios, todavía tengo el corazón agrio, no acabo de levantarme y sigo adormecido en un sueño que no se desvanece.
No conozco a ningún niño en este hogar que desee ser chivado, qué desaire ser señalado y mostrado.
Esto me pasó ayer, tenía pavor de ser culpado por una fechoría, fue menester mío confiar en un engreído.
Me sinceré al educador, después fue todo un desbarajuste, todo el mundo fue conocedor de los hechos, yo solo quería cerrar el malentendido y revenir de nuevo, pero no sucedió así.
Fue un desaguisado ver cómo mi confesión representó una alevosía sin ningún juicio, no soy un debilucho llorica.
El educador me ha dilapidado, está como loco si piensa que me ha salvado de mis malhechores, todo lo contrario, me ha expuesto a las fieras, ahora tengo que ir con pies de plomo.
En todo este entramado solo queda el alma de los socorros, el salvador de los bobos y yo, el alma de los pestíferos echado a los peligros de la ley del más fuerte.
Soy conocedor de que este hogar me cobija de la lluvia, pero no de los mil demonios, con ellos tengo que zambullirme."
Antonio Argüelles, Barcelona
