Cuando termina la escuela mi profesora cree que voy a casa, pero en casa nunca hay nadie. Las esperas en la calle se me hacen largas hasta que llega mi madre.
Me castigan mucho, mi profesora ya no sabe qué hacer conmigo, ella me dice que siga sus normas, pero sus normas me confunden con las de la calle.
Un dÃa fui expulsado, llegue al lÃmite tolerable, ella hablo con mis padres y esa noche vi a mi padre pegar a mi madre.
Al dÃa siguiente lloré mucho, mi profesora se entristeció al verme, le dije que me sentÃa despreciable, que solo sabÃa ia hacer maldades.
Supo de lo sucedido, no era lo que ella creÃa. En ese momento todo cambio, creo que sabÃa que hacer conmigo, y yo empecé a quererme.
Desde ese dÃa, ella me mostro sus normas desde otra mirada, más consciente, más creÃble. Me dijo que me podÃan ser útiles también en la calle.
Ahora me comporto mejor en la escuela, sus normas ya no me son extrañas, ni tan distantes. Ahora ya no vivo en mundos diferentes como antes.
Antonio Argüelles. Barcelona