Una residencia infantil es un lugar de protección donde las infancias y adolescencias en situación de desamparo pueden sentirse queridas y seguras. La protección es la respuesta al desamparo, si está no se cubre, aparecen grietas donde se asoma la desprotección.
Una institución en una residencia ha de ser capaz de percibir posibles grietas, no saber reconocerlas, dejarÃa a los educadores y educadoras en un lugar donde no se podrÃan identificar, un sitio donde imperarÃa la provisionalidad y volatilidad del trabajo educativo.
El desamparo institucional en una residencia es perverso porque perjudica en gran medida la protección de las infancias y adolescencias, estas necesitan de unos referentes claros que hagan de figuras de apego, pero estos referentes están ausentes tapando grietas que nadie ve.
Cuando entré en la residencia, mi director me dijo que durante un tiempo este lugar serÃa mi hogar. El primer dÃa ya me presentaron a mi educadora, era encantadora, pero a los pocos meses cambió de piso. Con mi segunda educadora estuve más distante, no querÃa vivir otra perdida, fue paciente conmigo, le cogà cariño, hasta que me pusieron otra educadora. Con mi tercera educadora no tuve suerte, estaba siempre triste, un dÃa dejo de venir.
“Estoy cansado, no quiero cariño, me deja marca en el alma, vengo roto, no me rompas más"
Antonio Argüelles, Barcelona.