
Culpabilidad.
- Antonio Miradas del Alma
- 3 jun
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 4 jun
Tener sentimientos de culpabilidad por actos que van más allá de cualquier comprensión, es una opción para sobrevivir en un mundo donde tú no tienes el control. La culpa es inherente del ser humano nos ayuda adaptarnos y empatizar con el prójimo, pero no siempre sucede así, donde trabajo, a menudo se transforma en una incapacidad para sentirse bien. La imposibilidad de adaptación puede generar: irritabilidad, nerviosismo, ira y frustración, sentimientos de defensa que bloquean la verdadera emoción, la tristeza. Puede ser abrumador enfrentarse a solas con nuestra tristeza, a veces es mejor cargar con la culpa, está siempre será más liviana.
“Yo quiero mucho a mi padre y a mi madre. A veces discuten, llegan a las manos, veo sangre por las paredes, oigo palabras endemoniadas y mi cuerpo se hiela de miedo, pero no puedo dejar de quererlos. Mi madre angustiada avisa a la policía, mi padre carga con rabia toda su ira, yo me lanzo a su cuello, él me lanza al suelo y deja a mi madre.
Esa era mi vida antes de venir a esta residencia, ahora no puedo mediar sus disputas, llevar cierta calma a sus casas, que va a ser de ellos, necesitan de mí para sobrellevar sus vidas y me siento culpable por haberles fallado.
En la residencia las visitas son dolorosas. Mi padre cuando viene me pide que sea fuerte, que no llore, mantengo mi sonrisa impasible aun con el corazón roto. Mi madre cuando viene me pregunta a todo momento si estoy triste, yo me muestro feliz y alegre con ella, no quiero que sufra lo que estoy sufriendo.
Las noches son difíciles para las educadoras, ven como armo mi culpa para rehuir de mi realidad. Cada lágrima que cae de mis ojos la camuflo de ira, quiero el control, aunque me suponga ignorar lo obvio.”
Antonio Argüelles, Barcelona.

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