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  • Antonio Miradas del Alma

Cañoneras.


De joven viví mal ser cuestionado, era como sentirse rodeado de cañoneras disparando a mi integridad, lo más valioso que tengo en este mundo. Con los años no he dejado de ser cuestionado, pero esa sensación de hostilidad ya no la tengo, ahora puedo reconocer al otro y puedo hacer que el otro también se reconozca.


"Te odio, no me mires, no me hables, ojalá te mueras, no te soporto, me molestas, te crees que lo sabes todo y no sabes nada. Le dije a mi educadora que escuchaba con atención mis insultos.


Esa mañana, en la escuela, fui recriminada por mi maestra por pegar a una niña en clase y expulsada unos días. Esa niña me hizo daño, me dijo que mi padre no me quería, que mi madre solo quería a mi hermana y que yo acabaría en la calle, aún tengo las manos doloridas.


Cuando le pedí a mi educadora que se fuera de mi habitación, ella se levantó y me miro a los ojos, entonces le pedí que dijera algo, quería oír su enfado, su enojo, quería tener la certeza que le había hecho el mismo daño que a mí me hicieron.


Pero no fue así, ella me dijo que yo había tenido una mañana difícil, que las personas necesitamos de cariño, pero no siempre está a nuestro alcance, que cuando lo está lo agarramos con fuerza para que no desaparezca. No sé por qué, pero en un instante, mis sentimientos dieron un vuelco de vértigo y tuve la necesidad de abrazarla con todo mi corazón."


Antonio Argüelles, Barcelona




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