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Sumisión.

  • Foto del escritor: Antonio Miradas del Alma
    Antonio Miradas del Alma
  • hace 13 horas
  • 1 Min. de lectura

Los casos de desamparo llegan a menudo señalados como casos antisociales. Una de las razones de peso a dicha afirmación, es su cuestionamiento y resistencia para adaptarse a las dinámicas de poder existentes.

Un desamparado ve en el grupo de iguales una oportunidad de dejar de sobrellevar su realidad y la carga que esta conlleva. Con el vínculo, surge el contagio a un poder identificable y a una liberación de responsabilidades.

La intimidación, incluso la violencia, son parte de esos sentimientos compartidos. Con el lema: “nadie puede contra nosotros”, resisten con desesperación lo inevitable, su sometimiento. Son piratas de residencia.


“Estoy jugando, nos peleamos, mi educador me regaña, he pegado sin mediar palabra. Mi compañero llora desconsoladamente, recibo mi castigo y muestro mi malestar. Empujo al educador, no estoy solo, me cubren, nos esforzamos para desautorizarlo. El educador está desbordado, sabe ahora que castigarme es castigarnos a todos.


Ellos son lo que tengo, mi familia aquí en la residencia. Me piden que esconda un móvil, es robado, lo quieren para chatear en horas de sueño, me dicen que no me pasará nada, que ellos me cubren. Ese móvil sonó cuando tenía que estar callado. fui interrogado, no solté palabra, el castigo era enorme, mis compañeros actuaron.


La semana que estuve castigado los educadores sudaron sangre, creamos conflictos continuos, alteramos las dinámicas, saboteamos todo lo que estaba en nuestras manos, no estaba solo. Mis cuidadores me hablan sin descanso de mi pasado y de mi futuro, como odio esas palabras, si vieran el presente podrían ser capaces de vernos. “


Antonio Argüelles, Barcelona.


 
 
 

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