El lunes estaba mirando la televisión cuando mi educador me dijo que querÃa hablar conmigo de un asunto familiar grave.
Él me dijo que habÃa llamado mi madre, que estaba muy apenada y que no tenÃa fuerzas para hablar conmigo. Parece ser que mi padre estaba enfermo, muy enfermo.
El jueves vino de visita mi madre, estaba dolida, lloro mucho y yo la abracé fuerte. Apenas hablamos, pero sentà su pena y quise consolarla.
El viernes estuve inquieto tota la noche, sentà dolor en el pecho, tuve pesadillas y dormà poco. La educadora de noche estuvo muy atenta conmigo.
El sábado hubo una llamada al centro, vi como el educador atendÃa la llamada, se le veÃa abrumado, desolado. Después de la llamada se me acercó y me comunico la muerte de mi padre.
Los dÃas siguientes fueron un infierno, me angustie mucho, me sentà desolado y creo que mi madre también, ella no vino, dijo no tener fuerzas para verme.
En ese tiempo yo no podÃa engullir nada, tenÃa ataques de pánico, pesadillas horribles, creÃa que me morÃa. Los educadores fueron pacientes conmigo, no me dejaron solo en ningún momento.
Recuerdo poco de mi padre, una tarde de pesca, un partido de fútbol, un viaje en coche, poco más. Son recuerdos muy intensos que cubren todo, el resto se borraron.
Veo niños con sus padres y sus madres a diario, en la escuela, en los parques, en todos los lugares. Yo de mi padre solo tengo mis recuerdos y de mi madre su cariño.
Antonio Argüelles, Barcelona