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  • Antonio Miradas del Alma

La nueva modernidad

Puedo decir que he vivido dos etapas laborales bien diferenciadas, una destinada a satisfacer las demandas del mercado y otra a satisfacer las necesidades humanas. Dos espacios donde se conjugan elementos de calidad, productividad y rendimiento, con la diferencia de que el primero va dirigido al mercado y el segundo a lo social.


“Al equipo educativo se le presenta una propuesta de ingreso de un adolescente en la residencia, pero su historial no agrada, hay reticencias a ser aceptado, hablamos de un chico violento, con adicciones y absentismo escolar.


El equipo valora que este adolescente desestabilizaría la harmonía del centro, aluden que los protocolos no amparan estos perfiles y hay una petición a rechazar la propuesta. Se sugiere a la administración, derive el caso a un recurso más adaptado a sus necesidades.


La propuesta del equipo para este adolescente es de un centro “cerrado”, un recurso que con la nueva modernidad deja a la residencia con infancias y adolescencias manejables, poco problemáticas y de menor complejidad.”


Ser productivo, puede comportar ser eficiente, rentable y beneficioso para la empresa a la que trabajas, pero ¿Qué ocurre si esta empresa es una entidad no lucrativa? ¿Son válidos los mismos parámetros de eficiencia? Si es así, estoy trabajando en una empresa insolvente.


Hablamos de una nueva modernidad, donde el último recurso para recoger a los desamparados se cubre de protocolos y normativas excluyentes. Lo que años atrás era recogido como una causa de justicia social, hoy pasa por un tamiz de impedimentos y objeciones.


Antonio Argüelles, Barcelona.



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